domingo, 23 de septiembre de 2012

Reclamos

“Yo también necesito una notebook para estudiar”

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22/09/12-Clarin

“Yo también necesito una notebook para estudiar”

Señora Presidenta, soy una jubilada argentina, de 67 años, que actualmente cursa estudios de abogacía en la Universidad de Buenos Aires. Como jubilada, he visto con satisfacción y orgullo cómo gracias al dinero de la ANSeS (a nuestro dinero, al de todos los jubilados) muchos niños y niñas han podido tener su propia notebook por medio del Plan Conectar Igualdad, algo que yo todavía no he podido lograr.
Algo que tampoco tengo es esperanzas de conseguirla en un futuro próximo, pese a que ello me resulta prácticamente imprescindible para cursar normalmente mis estudios, realizar los trabajos prácticos y buscar información por Internet.
Si bien tengo algún dinero ahorrado, y con él pensaba adquirir la notebook, eso se torna para mí cada vez más inalcanzable, pues contrariamente a lo que podríamos esperar (que se abarataran al difundirse la tecnología y dejara de ser un producto novedoso), los precios aumentan constantemente, y por más que todos los meses guardo algo de plata nunca alcanzo a tener lo suficiente para comprar una.
Es por eso que me dirijo a usted, como única alternativa para solucionar este problema, y solicitarle que el Gobierno tenga a bien venderme a precio de costo una de las notebooks que ha comprado para ser distribuidas por medio del Plan Conectar Igualdad.
Supongo que al comprarlas en una cantidad tan grande, el precio de costo de cada una de ellas ha de ser sumamente bajo, y estaría a mi alcance abonarlo. No pido que me la regalen, simplemente que me la vendan, yo también necesito una notebook para estudiar. Agradezco desde ya, Presidenta la atención que me pueda prestar.
María Cristina Alexander

Voces, reclamos y esperas de jubilados
Tengo 79 años y mi esposa 75, somos jubilados y estoy en una prepaga desde hace más de 15 años. Según la ley de prepagas votada por el Congreso de la Nación, a las personas jubiladas y con más de 15 años de asociados se les congelaría la cuota con la excepción de los aumentos que la Secretaría de Comercio dispone. Según se sabe, la ley no se reglamentó hasta ahora, dejándonos en una posición vulnerable. Esta semana me encontré con que lo que yo pagaba $ 3.938,55 aumentó a $ 4.237,05.

Otra vez más somos discriminados en los últimos años de nuestras vidas, como ocurrió con el 82%, que fue aprobado y luego vetado por la Presidenta.

Julio César Minuzzi
El 1º de septiembre se publicó en esta sección una carta que envié por la falta de hematólogos en OSPLAD (Centro Profesor Julio Leone, Córdoba 2050) y por mi situación de abandono de persona, dado que requiero de tratamiento permanente por mi situación de anticoagulada.

Cuatro días después, recibí un llamado de la señorita Marcela Bruno para comunicarme el restablecimiento del servicio. Gestos como éste hay que destacarlos dado que su labor fue mucho más allá de su responsabilidad. Estoy muy agradecida a Marcela por haberse tomado el trabajo de llamarme a mi domicilio y a Clarín por haber publicado mi reclamo.

Susana Wilvers
Según declaraciones de Estela de Carlotto, “en la movilización del 13 de septiembre fueron todos bien vestidos”. ¿Qué esperaba? ¿Qué fueran todos bien desvestidos?

Le aclaro a esta mujer que yo no estuve en ninguna manifestación, porque mi smoking estaba en la tintorería, y como no tenía cómo retirarlo, porque todavía no nos pagan el 82% que nos corresponde como jubilados, no podía ir en remera y bermudas.

También deseo aclarar que en sus viajes a Europa (pagados por todos nosotros) ella iba muy bien vestida a pesar de decir que es jubilada docente. por ejemplo, en un viaje a Ginebra.

Carlos Polito
Estimado Jorge Butera, he leído su carta del 8 de septiembre y me siento identificado con lo que dice. Yo también soy jubilado docente y no solamente nos dan un 4,52% menos de aumento que al resto, sino que mes a mes es mayor la cifra que nos descuentan como impuesto a las Ganancias.

Con la continuidad de esta operatoria, en unos pocos años nos van llevando a que nuestro haber mensual se vaya acercando a la jubilación mínima.

Carlos Attié
Los afiliados al PAMI deben sufrir muchas “inconsistencias” en la atención y calidad de sus prestaciones, como demoras, cambios, esperas e incertidumbre.

Pero las desangeladas y poco confortables oficinas del PAMI 10 (Bartolomé Mitre 1340), se transformaban en funcionales, confiables y eficientes a través del aporte de soluciones y buena disposición de uno de los funcionarios (jefe de dicha agencia), que junto a sus colaboradores escuchaba y resolvía consultas y requerimientos de los jubilados.

Sin embargo, y sin mediar razón o advertencia alguna, el doctor Favio Pierini dejó de asistir a esas oficinas. Al preguntar por él, sólo recibimos una respuesta: “Ya no trabaja más aquí”, y alguien agregó en voz baja: “En su lugar pondrán a alguien de La Cámpora”.

Esa persona, la que nos solucionaba o encaminaba, afablemente y sin demora, la mayor parte de los trámites para lograr conservar nuestra merecida calidad de vida, ya no volvería a atendernos. Si algún sector de poder, dentro de la política militante que en estos días se impone o trata de imponerse en todos los ámbitos de la vida social o institucional, forzó este cambio, debo decirle afligida y además con mucha preocupación, que han cometido un error que perjudica y apena a muchos afiliados.

Olivia Salom
Los jubilados especialmente, y los trabajadores en general, solicitamos al Gobierno que haga lo que dice, probando su propia medicina. El INDEC y sus funcionarios nos dicen que con $ 699 por mes, una familia tipo (dos mayores y 2 menores) pueden comer las cuatro comidas del día.

Jamás hemos podido acercarnos a esos valores ni a las cantidades informadas por ese ente. Bien, muchos estaríamos dispuestos a renunciar a esos ingresos en nuestras jubilaciones, sueldos y/o jornales, y que el Estado, vía el INDEC, nos prepare el menú. Muchos iríamos a retirarlo en cada ciudad o pueblo, tal cual fueron las ollas populares en las épocas más difíciles del mundo.

Ya que dicen que es viable, pruébenlo con hechos y no palabras. “Res non verba”: ya lo dijeron hace siglos atrás.

Angela Harmon

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