domingo, 10 de marzo de 2013

Voces, reclamos y esperas de jubilados

Señora Presidente, dijo en sucesivas oportunidades que si le daba a los jubilados el 82%, el sistema iba a colapsar, y prácticamente el país debía entrar en otro “default”. Error. Con nuestra plata salvaron a Aerolíneas, jubilaron a las amas de casa, dieron la Asignación por Hijo, regalaron notebooks, dan Fútbol para Todos, Automovilismo para Todos y por último asignaron Viviendas para Todos.

Evidentemente, la ANSeS es un barril sin fondo; una perinola en donde “todos sacan y nadie pone”. Presidenta, somos viejos pero no tontos, respete un poco más nuestras canas. Quisiera aclararle que todos los aumentos que nos dio a los jubilados, no fueron tales, sino actualizaciones. Paso a explicar porqué. En la era de Cavallo, cobrábamos $ 300 (eran dólares). Multiplicados por el dólar blue, a $ 8,50, el resultado es $ 2.640. Es decir, es una mentira que estamos mejor que en la década del 90.

Estamos igual o peor. Lo último que la “salpica” fue haber sugerido que somos los fondos buitres que queremos hundir al país.

Norberto Vespoli

El nuevo viceprimer ministro japonés, dijo que los ancianos deberían darse prisa en morirse, porque suponen un gran costo para el Estado. Después de analizar las inhumanas palabras del viceprimer ministro, cabe pensar que Japón fue el primer país que alcanzó la tasa del 30% de la población por encima de los 60 años, pero según las previsiones, 64 países estarán pronto en esa situación, incluida España, camino de convertirse en el octavo país más viejo del mundo. Si a ello se añade que las personas concentran hasta el 80% de su gasto sanitario en los últimos 6 meses de vida, resulta fácil comprender, aunque no compartir, las razones reales tras el debate sobre la eutanasia, que se abre paso con fuerza en muchos países.

El invierno demográfico se come el gasto público y el ahorro privado, y hace inevitables duros recortes. El problema de fondo, sin embargo, es una cultura que no reconoce el valor de la vida. Y esto sólo se superará con una revisión profunda de las actitudes personales, y devolviendo a la familia la consideración pública que merece. Tengo la sensación que esta consideración no ha pasado por la mente de Taro Aso, ministro en cuestión ni por la del resto de ministros de países occidentales que se están planteando el mismo problema.

Enric Barrull Casals

Como apoderada de mi madre para cobrar la jubilación, el miércoles 28 de febrero me acerqué al Banco Patagonia, sucursal Villa Luro (Juan Bautista Alberdi y Guardia Nacional), y estando en la caja entregué la documentación correspondiente, me hicieron firmar el recibo, pero el cajero me dijo que no me podía pagar porque no figuraba yo en el sistema del Banco. Sí como apoderada de la ANSeS, pero no en el Banco Patagonia. Luego de una espera de media hora aproximadamente, me atendió una empleada a la que le pedí que se identifique, dado que ninguno de los empleados tiene en sus escritorios, cajas o monograma su nombre. Sin mirarme en ningún momento y como un robot empezó a pedirme datos: documento, cuil, recibo de sueldo mío, profesión, etc. Y me entregó formularios para su firma. Le dije que sólo quería cobrar lo que me había hecho firmar y que mi nombre y documento estaban en el recibo jubilatorio de mi madre. Luego de este trámite y de aclarar que no me incluyera en ninguna solicitud de productos, pues yo ya estoy bancarizada, le pedí que me acompañe a caja para que los clientes que esperaban no creyeran que estoy pasándome en la cola respectiva. Me dijo que “no”, y de un malhumor considerable. Me sentí maltratada y humillada, pero finalmente pude cobrar.

¿Esto es común en los Bancos? ¿Alguien me puede dar una explicación de lo sucedido? ¿El Banco Patagonia actúa así con todos los apoderados?

Norma Isabel Domínguez

Señora Presidente, soy un ciudadano que logró obtener su jubilación hace 20 años, así que como podrá apreciar, ya cumplí 81.

Tengo un hijo viviendo en Europa, y si cobro una jubilación mínima, lo que me permite financiar a Fútbol para Todos, Aerolíneas Argentinas, que aunque sólo sirva para llevar de paseo a esos laboriosos muchachos que desde el tablón alientan a sus equipos y en la calle se matan a tiros entre ellos para poder hacerse de unos pesitos, no sea cosa de tener que salir a yugarla, porque ello iría en contra del modelo nacional y popular; y otros curritos similares, en determinado momento pensé en ir a visitarlo dado que, como puedo vivir con $ 6 por día según sus laderos, puedo juntar muchos billetes de nuestra moneda, pero todas la trabas que se me imponen para poder hacerme de esos euros con los que tendría que viajar, me impiden hacerlo.

Piense un poco en nosotros, su pueblo. Señora Presidente, el pensar no duele.

Amilcar Ramón Balmaceda

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