El 7 de diciembre mi nono de 84 años padeció una dificultad respiratoria. Al mediodía fue atendido en su domicilio por un servicio de urgencias privado y, ante un cuadro de
descompensación general grave, fue llevado a la clínica Nuestra Señora de la Merced de la localidad de Martín Coronado, donde le correspondía por PAMI.En la guardia le hicieron exámenes de laboratorio y placas de tórax. Luego de evaluar los resultados le dieron el alta en las mismas condiciones en que ingresó. Pasó la tarde con mucha dificultad para respirar y nuevamente fue atendido por una doctora de la prepaga, quien al ver que tenía el pulmón derecho anulado por secuela de derrame pulmonar lo lleva de urgencia a la misma clínica.
Al llegar, no le brindaban atención médica a pesar de que entraba en paro respiratorio, por lo que la doctora de la prepaga debió irrumpir en la guardia exigiendo atención urgente. Entonces fue internado en terapia intensiva con respirador artificial. Ese día en terapia me informan que su estado era crítico. Cuando lo vimos en la visita de la tarde, el respirador estaba apagado. El martes seguía muy mal, sin respirador, y atado a la cama. Pasaron los días y continuaba sin respirador. El jueves estaba en la misma posición y ni siquiera lo habían higienizado.
El lunes 15 pedimos que lo atendiera un médico y nadie vino. Murió a las 4, luego de una larga agonía, sin atención médica.
Me pregunto, ¿quién juega a ser Dios?
¿Alguien dio orden a los prestadores de no dar atención en casos graves?
¿O son los directivos de esta clínica, donde los casos de muertes de pacientes de PAMI abandonados en una cama se escuchan todos los días?
Elisabeth Ierullo.
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