sábado, 6 de febrero de 2016

“Se quebró la cadera en julio de 2015 y aún no pudimos lograr que lo operen”


Escribo desde las Cataratas del Iguazú, uno de los destinos turísticos más visitados del mundo. Donde, si tenemos en cuenta el caudal de dinero que genera el turismo, los que acá vivimos deberíamos contar con niveles de servicios de lujo. Hasta acá la utopía.
Mi suegro, hijo de pioneros y ex intendente de la ciudad, que salvaguardando su honor y el de su familia renunció a cualquier jubilación de privilegio, es ahora un jubilado más afiliado al PAMI.
Como a muchos adultos mayores les ocurre, en un accidente casero se quebró la cadera en julio de 2015 y hasta hoy, a pesar de haber golpeado las puertas de quienes deben responder, no conseguimos operarlo. Las culpas rebotan al límite de la burla. Desde el doctor, al PAMI, a la falta de insumos, a la falta de turnos para radiografías, a las vacaciones por Nueva York de alguno de los intervinientes. Llegando al punto vergonzoso de internarlo y pedirnos luego regresarlo a su casa.
El es activo, a pesar de lo dolores imaginables de movilizarse con un hueso quebrado. Vive solo, sus hijas lo han provisto de una silla de ruedas para que al menos tenga la libertad de poder preparar su propio mate y salir a disfrutar del jardín. Apelo a la buena voluntad de todos para que unos de nuestros adultos mayores, lleno de energías, y proyectos de vida no baje sus brazos por una operación que en estos días ya no es cosa de otros mundos.
Ingrid Martin
ingridmartin@yahoo.com

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