19/02/11 - Clarin
Desde 2005 estoy en silla de ruedas. Yo pensaba que esto era lo más terrible que podía pasarme.
Sin embargo, con el tiempo me fui dando cuenta de que tener a PAMI como obra social es mucho más terrible aún.
Por ejemplo, para darme la silla de ruedas que me corresponde estuvieron más de dos años, y estoy hace dos meses sin mis terapias de rehabilitación (que supuestamente no debo suspender) porque PAMI no renueva mis órdenes de tratamiento.
Esto último, sumado a que recibo amenazas que van a reducirme la cantidad de horas que me cubren, o pasarme a un hospital de día (en el que recibiría sólo terapias grupales y no individuales como necesito), me lleva a presentar un recurso de amparo en la Justicia.
Tener una discapacidad es lo suficientemente difícil como para encima agregarle la inoperancia de una obra social, que parece que en lugar de ayudar a sus afiliados, se dedica a ponernos “palos en la rueda”.
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