Ya se van a cumplir 4 años desde que inicié los trámites de mi jubilación ordinaria como docente de la provincia de Buenos Aires.
Me retiré cobrando el 60% de mi sueldo (menos de 1.000 pesos, que en ese entonces era dinero). Ese monto nunca se actualizó, o sea, que después de 4 años, sigo cobrando la misma suma, y sin aguinaldo; una verdadera miseria.
Voy periódicamente a La Plata, para seguir mi expediente, que va descansando 7 u 8 meses en lo que va de una oficina a la otra.
Hace un año me dijeron que ya estaba por salir; ahora me dicen que están muy atrasados. Me atiende una empleada que nunca es responsable de mi expediente, pero los responsables nunca aparecen; son como “gigantes invisibles” que no podemos ver.
Con los que no podemos hablar, miembros de un sistema lento y perverso, que nos hace mucho daño y en el que no vale ningún derecho a réplica.
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