lunes, 3 de diciembre de 2012

Mi vida como carancho jubilado

FURNTE   http://www.facebook.com/YONOLAVOTE/posts/562680057080921
Señora mi Presidenta, gracias. Ahora sé por qué picoteo. Por qué soy así. Encontré mi identidad. Tengo nombre y apellido. El reflejo de mí mismo. Nadie hubiera definido con mejor precisión mi vida de jubilado. Y Ud. todo lo define tan bien que me creo todo. Hasta el país genial que tenemos. Soy natural de América de Sur. Como el carancho o “caracara plancus”, en mi vida sedentaria de anciano, me desplazo de acuerdo con las oportunidades de alimentación que se ofrece a mi pobreza. Con mi vieja bicicleta, acorde para un carancho jubilado, salgo intrépido a la caza.
Con ella recorro el barrio en busca de oportunidades para mi estomago vacío casi a diario. En las verdulerías, con mis pesos jubilados por la inflación, trato de convencer al comerciante extranjero (extranjero de muy cerca y que acaba de comprar una camioneta como una casa último modelo) que me venda las frutas y/ o verduras que ya están casi para el descarte. De igual modo y estilo carroñero salgo en la búsqueda desesperada de mis tesoros: paso por la carnicería, el supermercado (también de extranjero de muy lejos y enriquecido vaya a saber cómo) y tantísimos otros espacios.
En conclusión, frecuento las orillas de las calles en busca de los desperdicios que no compran los que se enriquecen a mi costo. Como buen carancho, mi alimentación se basa principalmente de carroña. Ese estado cuando los alimentos comienzan su descomposición hasta que mueren, se pudren. Y a mí ya me pudrió por dentro tanta corrupción. Y me convertí en un verdadero carancho. Un descompuesto por tanta mediocridad que me rodea: en la política, en la educación, en la economía, y en la cultura.
En mi itinerario de jubilado carancho me confronto con otros rapaces, a veces buitres con jubilaciones de privilegio y similares. En tales circunstancias demuestro una característica de mi origen salvaje: me pongo agresivo ante la subsistencia y no dejo que nadie se acerque ante mis oportunidades de comer…carroña. Eso sí, a veces no estoy tan solo y veo a muchos jubilados caranchos por la zona picoteando de aquí para allá. En fin, mi Presidenta ,debo admitir que me siento reconocido gracias a Ud. y también, a salvo, pues ahora sé que es cierto el dicho aquel: “no gaste pólvora en chimango”.
Firmado. Jubilado Carancho.
Alias: “Jorge Luque”

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