“Como Lidia es vieja, a nadie le importa”
19/02/11 - Clarin
Por Marta  Bulacio 
Lidia tiene 83 años, y Don Antonio, su esposo, falleció hace dos años a los  91. Son dos de los vecinos más queridos, respetados y solidarios del barrio.  Desde toda la vida, la casa de Lidia y Don Antonio fue la más grande de la  cuadra, la que todos los chicos soñábamos explorar, y a la que ellos nos dejaban  entrar a diario a jugar, en su parque inmenso.
Veinte días antes de morir,  Don Antonio, y ya aquejado desde hacía mucho tiempo por la demencia senil, un  “buen vecino” de la cuadra, le iba a hacer firmar una venta fraudulenta de la  propiedad, avalado todo esto por el escribano más reconocido del centro de  Ituzaingó. Ellos jamás cobraron un centavo. Y así… Lidia se quedó solita y con  la amenaza constante de quedar en la calle.
Golpeó puertas, comisarías,  intentó incansablemente con el PAMI para que certifiquen que Don Antonio tenía  demencia senil, pero como es vieja… a nadie le importa. Incluso este buen  vecino, ya escrituró la casa a su nombre y ella no puede ni pagar los impuestos,  porque están adheridos al débito automático de él.
Lidia resiste, y es un  orgullo para todos porque jamás la vi llorar, ni ante la injusticia más tremenda  que se pueda cometer contra una persona tan buena, como lo es quitarle la casa  (lo único que tiene) a dos personas que trabajaron incansablemente toda su vida. 
Pero es así, la burocracia juega con eso a favor, porque cuando Lidia ya no  pueda resistir más, habrán ganado los malos protegidos por los poderosos, y nos  quedará a todos esa sensación amarga de saber que esto iba a pasar, y que nadie  iba a hacer nada.
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